lunes, 20 de mayo de 2013

Mirador Sureño



Mirador Sureño No. 267
Lilí Conde

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Ø  ¡Feliz día del maestro! 15/05/13 de nuevo recurro a uno de mis libros y al artículo titulado Día del maestro, después de este texto consideramos pertinente anotar lo que escribió un alumno normalista en su informe de investigación. Los comentarios son nuestros.


DÍA DEL MAESTRO.
Siempre me ha suido difícil escribir algo alusivo al Día del Maestro. Los discursos y las poesías dedicados a este servidor de la niñez y la juventud, los plagan de tal cantidad de alabanzas y virtudes, que más parece que se refieren a un ser etéreo bajado del cielo y no a lo que verdaderamente somos: hombres y mujeres de carne y hueso, con cualidades y limitaciones, con aciertos y desaciertos, con rasgos de bondad y otros de marcada maldad. Pueden haber mil atenuantes para lo que acabo de anotar (…)
Después de mucho pensar, concluimos que el Día del Maestro, es día de agradecer y perdonar. Agradecer a los mentores las bondades prodigadas y perdonarles los errores, a veces bastante graves.
Gracias maestro, maestra, por tus clases ágiles y divertidas, en las que se te ocurrió contar un chiste que nos hizo reír, un canto que nos sacó de la rutina. Te perdono los días enteros de mal humor, quizá por tus enredos familiares, tu falta de dinero…, tu paga es insuficiente, lo sé, pero a veces no eres una maravilla en la administración de tus quincenas.
Gracias maestro, maestra, por alabarme aquel escrito que me salió bien, lo leíste ante todos y me dijiste: “si sigues esforzándote lograras lo que te propones en la vida, serás un triunfador, te felicito. Mira, hijo, ser triunfador no significa tener mucho dinero. El triunfador es el que sabe resolver los problemas que le presenta la vida y sigue caminando con la frente en alto y la sonrisa en los labios”.
Te perdono maestro, maestra, las veces que me avergonzaste ante todos diciendo: “¡Qué horrible letra, qué mala ortografía! O lees bien o te sientas, ¡tonto!, parece que estás ciego…” y el disléxico eso tiene, maestro: ceguera de las letras. ¡Documéntate, por favor!, para que puedas ayudar al niño que lee mal.
Te perdono por decirme: “con esa letra y esa ortografía no llegaras a ser alguien en la vida…” Esto se lo escribió un maestro de facultad a un amigo en su último examen en la Universidad de Puebla. Mi amigo trabajaba y estudiaba. Tenía coche comprado con el fruto de su trabajo, además $50,000.00 pesos de hace más de 40 años ahorrados en un banco. Ya era un triunfador, por eso le contesto por escrito: “Con esta letra y esta ortografía, voy a llegar donde yo quiera, maestro. Gracias por su sabiduría llena de amargura”.
Es muy riesgoso hacer pronósticos sobre la actuación futura de nuestros alumnos. El ser humano es imprevisible. He visto triunfar alumnos de promedios bajos y con un desempeño profesional mediocre a otros, cuyas calificaciones fueron un rosario de dieces. Más nos vale despedirlos con buenos deseos y cerrar la boca.
Gracias, maestro, por todos los buenos ratos y les perdonamos los momentos desagradables o francamente malos.
Ojalá no quede grabado lo negativo de nuestra actuación en el alma de nuestros alumnos, eso deseo como maestra. He servido en varios niveles educativos y quiero pedir perdón a todos mis ex alumnos, de todas las edades, por mis limitaciones y mis errores.


Ø Texto de un alumno normalista



“Jamás serás maestro si no imprimes en tu escuela la fisonomía de un hogar”.

Habría que añadir la aspiración de que la escuela fuera un segundo hogar equilibrado donde no se dieran  gritos, reglazos, castigos, amenazas y un mal incoloro y nefasto: la indiferencia que es lo contrario del amor.

“Jamás serás maestro si exiges en tu clase filas de niños con los brazos cruzados y la vista puesta en ti, aunque su mente esté en otro sitio, en otro asunto”.

Aquí se alude la disciplina mal entendida en la que caen tirios y troyanos. Escuelas oficiales y particulares se equivocan en este campo. El silencio absoluto, niños derechitos e impecables producen robots que marchan al gusto de maestros y padres. Estadísticamente, 7 de cada 10, de esos del cuadro de honor y las medallas, a la hora de enfrentarse a la vida, no saben qué hacer con su aljaba llena de conocimientos.

“Jamás serás maestro si no preparas tus clases y te presentas ante tus alumnos a improvisar lo que enseñas”.

Preparar las clases no siempre será tomar los libros, sino la vigilancia para atrapar este o aquel artículo de periódicos, revistas, un programa de T.V., una película que arroje luz al quehacer docente y un espacio para reflexionar cómo hacer grato el aprendizaje, de qué material echar mano y con qué actitud me presentaré ante los chicos.

“Jamás serás maestro si todo lo que requiere tu labor lo esperas del estado”.

Hay que luchar para librarnos del juego psicológico “pobrecito”, siempre quejándonos y extendiendo la mano en las instituciones. Un maestro motivado involucra a los padres de familia, a las fuerzas vivas de su localidad y soluciona los problemas menores y sólo recurre al estado cuando la ingerencia de éste resulta imprescindible.

“Jamás serás maestro si los niños llegan a tu salón con el mismo temor con el que van a un hospital”.

En estos momentos se está revalorando el buen humor. ¿De dónde nace el humor? Nace del cariño. Ojalá que el maestro posea las características esenciales de la salud mental, las cuales hacen querer a la gente así, instintivamente. El buen humor se alimenta de la ternura y la sana compasión ante las limitaciones de la naturaleza humana. Todos somos limitados y sólo nos puede salvar cuidar las relaciones afectivas maestro-alumno. No se trata del apapacho ramplón e irresponsable. Me refiero al cultivo de la bondad, la tolerancia, la flexibilidad, para ir ganándonos, lentamente la confianza de nuestros alumnos paran que, libres de temores, se avoquen a los contenidos programáticos con alegría y seguridad.





Con amor, Lilí Conde
Chetumal, Quintana Roo a 14 de Mayo de 2013.

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